DIALÉCTICA DE LA ILUSTRACIÓN, UNA SACUDIDA QUE NO SE SUPERA FÁCILMENTE

Una de las fuentes teóricas del programa en Sociedades de libre pensamiento y su contribución al imaginario de Occidente de la F UNED (que utiliza a la francmasonería como caso de estudio) es el impresionante texto Dialéctica de la ilustración, de Adorno y Horkheimer, de necesaria lectura en cualquiera con interés por las tormentas del pensamiento y la heroica historia del conocimiento.


Vladimir Carrillo Rozo, docente del Curso en Sociedades de libre pensamiento de la Fundación UNED


La Ilustración tiene una de sus definiciones más brillantes en Kant, donde la razón muestra una relación directa con la libertad. La Ilustración es un proceso de transformación donde arribamos a la ciudadanía, la ciencia y el libre pensamiento como condiciones de un nuevo rumbo histórico.

El motivo por el cual seguimos hablando de estas cuestiones se relaciona con que, en distintos momentos, la sociedad abandona la ruta marcada por el legado de las luces, donde la humanidad reconquista una dignidad negada durante siglos. Sencillamente, no estamos a la altura de lo que somos cuando la ciencia no actúa como primer anclaje al cuestionarnos cualquier aspecto de la realidad, cuando las masas se ven seducidas por ideologías fascistas o distintos tipos de extremismos o renunciamos al libre pensar a favor de esos goces arrastrados por el mercado (y esto incluye a la ficción que reemplaza a la narración política).

Por supuesto, la afirmación sobre una auténtica libertad de pensamiento, acompañada de esa dimensión psicopolítica a la que denominamos como soberanía interpretativa y su relación con los procesos subjetivos, es esencialmente proyecto, el norte de una utopía no realizada que perseguimos y mantenemos vigente.
Es decir, cuando los juegos de lenguaje de los poderes comunicacionales, la propia narrativa del mercado, generan confusión entre libertad, pensamiento y elección al interior de los dispositivos del consumo estamos asistiendo a tácticas que un análisis juicioso podría calificar como neo totalitarias.
Como opinan diversos pensadores, haber convencido al individuo de nuestro tiempo de que puede alcanzar la plenitud vital, el deseo o que puede ejercerse libremente en términos psicopolíticos dentro de un mercado que le promete un goce sin freno a cambio de atreverse a sentir, su dinero (a crédito) y todo el flujo de datos que sea capaz de producir es uno de los más duros ataques a la psique social desde el ascenso de los fascismos.


DIALÉCTICA DE LA ILUSTRACIÓN

Naturalmente, todas estas contradicciones tuvieron uno de sus capítulos más terribles en el mundo visto por Adorno y Horkheimer, la crudeza del escenario europeo del momento y su extraordinaria capacidad de análisis lograron producir un texto fundamental para la historia del pensamiento: Dialéctica de la Ilustración.

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Si un visitante de otro mundo llegara a la Tierra y decidiera, luego de aprender la lengua humana, entrar a una biblioteca pública para estudiar Historia, tarde o temprano llegaría a cuestionamientos algo parecidos a los surgidos en Adorno y Horkheimer. ¿Cuáles son las razones que llevan a la humanidad moderna a elegir la barbarie en lugar de perseguir con júbilo a las luces emancipadoras de la razón?
Como los filósofos alemanes de la Escuela de Frankfurt, en este “síndrome de viajero entre las estrellas” podría llegarse a la conclusión de que la inclinación al gozo bárbaro tiene que ver con las mareas de un inconsciente desublimado por la naturaleza jungla del capitalismo; con énfasis en estrategias de dominación densamente estructuradas en las industrias culturales.
Bien, hasta aquí nada debería sorprendernos. Pero uno de los problemas surge cuando el germen ilustrado que desencadena a los proyectos de emancipación (sociales, culturales y psicopolíticos) se hace sensible a diversas manipulaciones que terminan por codificar nuevos tipos de dominación. Es ahí donde encontraremos la necesidad de un libre pensamiento, su reivindicación, que no debe perder vigencia por razones de estabilidad histórica y mental.  

En efecto, la Ilustración buscó liberarnos del terror, la oscuridad de la ignorancia y la tiranía mediante el desencantamiento y la decodificación de los mitos. Esto pondría a la ciencia en el lugar de alianza predilecta de la especie. Claro, no es que esto pudiera liberarnos de los dioses, más bien liberaría a los dioses de un deber no elegido: reinar en nuestra imaginación.

Resulta también más o menos evidente que durante las edades primitivas buscamos integrarnos con aquella naturaleza percibida como mágica y encantada mediante una de las facultades especiales de la subjetividad humana: la construcción de una ritualidad que integraba, de alguna forma menguaba la orfandad frente a un universo del que ignorábamos casi todo. El rito, esta reverberación de la subjetividad, creció en complejidad para intentar unir voluntad y realidad.


LA ILUSTRACIÓN

Pero la Ilustración buscaba un control distinto sobre el devenir, el sistema cartesiano mostraría la exploración de la realidad como algo matemático, por tanto, posible. Fue precisamente la abstracción que involucra al pensamiento matemático lo que nos faculta para generar un profundísimo interrogatorio a la textura última de la piedra, la propia materialidad.

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La razón instrumental también nos permitiría hallar y cuantificar los medios más eficientes para lograr cualquier objetivo. Control de los medios y finalidad se convirtieron en algo no solo igual de importante, además recreaban la narración sobre el dominio humano de la naturaleza, lo que también simbolizaba la realización de la libertad.

Pero el problema es que, como sabemos bien, ningún individuo de nuestra especie está más allá o por encima de la naturaleza, nunca dejamos de ser parte de la misma. Es decir, la razón instrumental que domina a la naturaleza también nos domina a todos y todas.

Uno de los principales ejemplos de lo anterior es la misma abstracción matemática que articula el relato sustentador de las actuales formas de crear riqueza y cultura. El capitalismo es una síntesis (aunque totalmente transitoria, incluso en su negativa a morir) de la razón en su más especial faceta: el dominio cultural y psicopolítico de todos y todas nosotras.

Su principal victoria no es, evidentemente, la llegada de la justicia o el bienestar, sino la reproducción de un sujeto que confunde la ausencia de libertad con la libertad misma.

El sujeto como producto y valor, también en dimensiones psicológicas, hace parte de la extrema racionalización del modo de producción del capital. El ciudadano que había conquistado el libre pensamiento se convierte en consumidor y usuario en la época de la transformación digital.

Ahora bien, el valor de las cosas (la cosa de la producción, incluyendo al propio consumidor) no es una condición dada, es resultado de X relaciones de producción; éstas sufren un proceso de ocultación, es decir, básicamente ignoramos las condiciones reales de producción de todo lo que nos rodea. Adorno y Horkheimer pensaron que esto provocaba a la Ilustración reconvertida en relato mitológico, donde el sistema puede y necesita desechar o perseguir al libre pensamiento, donde regresamos a las noches tomadas por el desamparo y el terror.
Cuando millones deciden delegar sus libertades en algún poder por el convencimiento de que siempre son otros los llamados a ejercerlo, cuando millones niegan o no están interesados en las causas del cambio climático, cuando nos negamos a comprender que las lógicas financieras movilizan recursos en guerras, pobreza y grandes dramas humanitarios… pues, es como si regresáramos a la caverna imaginada por Platón.
Este regresar a una clase de oscuridad donde ignoramos, algunas veces por opción propia, las condiciones de posibilidad de nuestra forma de vivir es la dialéctica de la Ilustración, la aceptación de la dominación y el eclipsamiento del libre pensamiento ante un enorme sistema de temores contemporáneos.

¿Qué podemos hacer? Oh, muchas cosas. Una de ellas es, precisamente, lo que intentamos construir aquí: el libre pensamiento es un problema de las ciencias sociales y la historia de gran complejidad, así que podemos dividirlo y estudiarlo utilizando un caso de estudio.

Y aquí caben pocas dudas. Si existe una organización dedicada al libre pensamiento con una profunda identificación con la Ilustración es la francmasonería. Buscamos abordar la dialéctica que parece caracterizar a la Ilustración a través de las conquistas intelectuales de una organización cuya solvencia histórica nos dará importantes elementos para estudiar aquellas pesadillas vividas por Adorno y Horkheimer en primera línea.